En este post enciclopédico vais a daros cuenta de por qué ir a Coney Island fue lo que más me gustó de mi reciente visita a Nueva York (bueno, eso y la strawberry cheesecake).
La zona de Coney Island siempre había sido famosa por ser la playa de New York (con permiso de esa Rockaway Beach tan querida para los también neoyorquinos Ramones), pero la apertura del parque de atracciones Luna Park a principios del siglo XX la convirtió en un lugar de lo más especial. El parque tomó su nombre de la nave que protagonizaba su atracción más exitosa, 'Viaje a la Luna'. La nave no era un cohete real, sino que simplemente un vehículo que batía sus alas, pero... los viajes al espacio no eran más que una fantasía en aquella época y tampoco le podemos pedir más fidelidad científica al asunto.
Como podéis ver en las fotos, las atracciones vertiginosamente peligrosas (ejem) se mezclaban con los enanos, las trapecistas, e incluso con un hotel con forma de elefante en el que uno podía alojarse a todo lujo.
El parque de atracciones se incendió en 1944 y 1946, dejando de utilizarse hasta su reinauguración en este 2010.
El activo vecindario del barrio ha luchado durante todos estos años por recuperar su esencia y desterrar de la zona tanto a los drogadictos que se adueñaron de ella tras la desaparición del parque como a las empresas que querían edificar en primera línea de playa y transformar Coney Island en una zona de lujo.
Ejemplo de esto son los llamados Osos Polares (un grupo de vecinos que se baña en la playa todos los domingos del año sin excepción), los Coney Island Dancers (representados en esta ocasión por el venerable anciano de la foto que veis abajo) o los jóvenes que mantienen el Freak Show que podemos encontrar junto a Nathan's, el establecimiento de perritos calientes más famoso del mundo.
Las fotos reflejan el ahínco con el que Coney Island lucha por mantener su esencia en medio de todo el exceso y toda la modernidad marca-de-la-casa que intenta invadirla desde la cercana metrópoli de New York: un oasis de autenticidad que sigue vivo en medio del imperio de la fabricación en masa.
Tengo la sensación de que fui uno de los últimos testigos de algo que se va a perder inexorablemente...espero que lo mantengan con vida. Ole por Coney Island.
Y os dejo con otro ejemplo de cómo hay que pensarse las cosas dos veces antes de tirarlas, porque dos bolas de cristal azul de un collar roto, pueden ser unos bonitos pendientes con el engarce adecuado.
Un beso a todas y que empecéis bien la semana.
Ala me ha encantado, el caso es que el nombre me sonaba pero no sabía que era un parque de atracciones antiguo, que pena que se quemara y que haya sido pasto para dogradictos, etc.
ResponderEliminarYo tengo unas ganas locas de ir a Nueva York, pero entre una cosa y otra al final nunca voy y tiro para otro lado, en fin algun día, eso seguro.
Besitos
;))
No lo dudes, has sido testigo de algo maravilloso! Y eso que yo no he estado allí, pero sólo viendo las fotos y por lo que cuentas tiene que ser un lugar increíble y lleno de historia. Como me gustaría poder verlo y disparar al freak jaja Ojalá algún día pueda ir a Nueva York, es uno de mis grandes sueños
ResponderEliminarY muchas gracias por tu comentario el otro día.. yo también pienso que todos tenemos derecho a tener nuestros momentos y nuestras épocas malas, la vida es así y una no puede estar siempre como unas castañuelas. Y a veces las cosas vienen jodidas y los problemas se juntan y es normal que te afecte Pero bueno, aún así siempre intento seguir adelante y no hundirme, eso nunca!
Y sí, tienes toda la razón: soy una auténtica destroyer conmigo misma. Siempre he dicho que la persona del mundo que más daño me ha hecho (y me hará) soy yo misma... triste pero cierto :/ Pero a ver si mejoro también eso
1 beso
no me extraña que te gustase el lugar, por un lado la nostalgia de la imagen en las viejas pelis, y por otro lado, ese encanto especial de los lugares decadentes, en fin, muy atractivo!, y auténtico!
ResponderEliminarbesos
¡¡¡Grande Coney Island!!! Mira que hay cosas que hacer y ver en NY, pero desde luego que Coney Island es la que más ENCANTO con mayúsculas tiene. De calle... Me alegro taaanto de que al final no nos lo dejáramos en el tintero en aquel viaje y de que el último día sacaramos tiempo para no perdernos su maravillosa decadencia. Y, sí, me da la sensación de que fuimos de los últimos en ver aquello, aunq espero q no sea así y q podamos volver los 3 por allí algún día...
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